Aladdin llegó a la gran pantalla de la mano de Disney en el año 1992 y dejando marcada a toda una generación con sus personajes tan geniales, las canciones que jamás podrás quitarte de la cabeza y las alocadas aventuras de estos protagonistas que con un poco de humor y tensión, consiguen llegar a nuestro corazón y atraparnos durante toda la duración de la película.
Como casi siempre, las diferentes situaciones que nos presentan las películas de Disney suelen tener algún buen mensaje detrás, una lección o una metáfora que nos empuja a reflexionar y ser mejores y en este artículo vamos a repasar algunas de esas situaciones que tanto nos han enseñado (y también algunas que no, pero que resultan muy chistosas)
Si te dicen que no toques nada… no toques nada.
Esto es algo que se aprende con los años, claro está. Sabemos que cuando vemos cosas increíbles a todos nos entra la tentación de alargar la mano y tocarlas, pero acuérdate de Abu: si te dicen que no toques nada, no toques nada.

Lo que está dentro es lo que cuenta.
Si prestáis atención a las palabras del mercader que aparece al principio de la película, te darás cuenta de que son completamente ciertas. El mercader nos muestra una lámpara, a todos los efectos una baratija, sin embargo, como veremos a lo largo de la película, es mucho más que eso.

No somos un premio que se gana o se pierde.
Grandes palabras pronunciadas por Jasmín cuando Jafar y su padre hablaban de concertar su matrimonio con algún príncipe. Evidentemente, las personas no somos cosas que se den, somos mucho más que eso.

Si alguna vez te conceden tres deseos, no seas egoísta.
Alguna vez has pensado en ¿qué pedirías si te concedieran tres deseos? Posiblemente, lo primero que se te pase por la cabeza serán cosas que mejoren tu vida, pero te diremos que no seas egoísta con tus deseos, no dejes que la ambición te ciegue. Sobre todo reflexiona sobre ello, recuerda que toda magia conlleva un precio.

Si alguien te dice que mires a un bastón, no lo hagas.
Jafar usa constantemente su bastón de serpiente para hipnotizar al sultán y conseguir que haga lo que él quiera, entonces lo que podemos aprender es fácil: no mires.

Toda magia conlleva un precio.
No es algo que aparezca en la película, pero si prestáis atención caeréis en la cuenta. Aladdin pidió al genio convertirse en un príncipe, pero sólo lo es en apariencia: no sabe hablar como un príncipe, no tiene tierras, sólo tiene una apariencia.

Puedes con cualquier cosa
Si algo nos enseña Aladdin es que para hacer algo necesitas creer que puedes hacerlo, pero, sobre todo, intentarlo.
