Aquí no hay quién viva se estrenó en el año 2003 y finalizó su emisión en 2006 tras cinco temporadas y 90 capítulos que nos hicieron pasar horas y horas delante del televisor. Las historias de los diferentes vecinos del edificio de Desengaño 21 han formado parte de una buena etapa de nuestra vida dejando consigo toda una serie de momentos y frases únicas: «un poquito de por favor», «váyase señor Cuesta» o «qué mona va esta chica siempre»
A pesar que haya pasado mucho tiempo desde que pusieron fin a estas simpáticas andanzas tras 90 episodios, es una de esas series que nos marcó y que seguimos viendo cuando tenemos tiempo porque ha dejado tras ella toda una serie de escenas tan desternillantes que hasta se han convertido en meme universal. Y en este artículo vamos a recopilar alguno de ellos.
Emilio jugando con la pistola de policía.
Es uno de los momentos más graciosos de la serie, creo que todos estaremos de acuerdo. Es el momento en el que Emilio está con la gorra de policía puesta y con la pistola, diciendo que ahora las cosas se van a hacer cómo él quiera. En un momento dado se motiva y empieza a decir «pum pum pum», hasta que, por error, el arma se dispara «dando» a Mariano. Claramente estaba fingiendo y a Emilio le cae una bronca por haber disparado el arma, pero nos reímos mucho con la situación.
Pico, mazo, pico pico, mazo.
¿No te suena? Bien, es una frase que tiene lugar cuando la hierbas se muda a casa de Juan Cuesta con sus respectivos hijos. El problema que tienen es el espacio, por tanto, deciden tirar una pared para unir de esa manera los dos pisos. Como hacer reformas está prohibido y hay que pedir toda una serie de permisos a urbanismo, a la comunidad, etc. Deciden tirar la pared sin permiso, para ello, pondrán música de orquesta y Juan se pondrá en modo director diciendo que piqué el del mazo o el del pico según las corcheas.
Cuando venden marihuana.
Marisa y Marino, en un momento de lucidez tienen una idea que puede ser muy lucrativa: vender marihuana cultivada por ellos mismos a todo El Barrio. En principio el negocio les va muy bien, pero, finalmente, tendrán que quemar toda su cosecha para que no les pillen, cogiéndose un colocones de los buenos.
Cuando suena la alarma por la noche.
Poner una alarma en casa es algo que está muy normalizado, de hecho, no es sorprendente ver los carteles de «alarma» por las casas. Vicenta decide poner una alarma en su casa por miedo a los ladrones, pero, como bien sabemos, las «viejas» no son muy normales. La alarma comienza a sonar por la noche a todo trapo y, como no saben qué hacer, finalmente Marisa la rompe a martillazos a lo que Vicenta dirá: verás como lo hayas roto. Sin duda, uno de los mejores momentos de la serie.
La emisora de radio.
En un momento dado a las «viejas» se les ocurre montar una emisora de radio hablando de los cotilleos del edificio. Lo mejor de todo, es que es muy escuchada por todos y está patrocinada por Copinsa. En todos los programas meten publicidad de Copinsa y lo dice, prácticamente siempre, una monja borracha que no da pié con bola.
Emilio y «el montón».
Emilio le dice a Belén que es del montón y claro, es algo que por necesidad uno se tiene que tomar a mal. Lo mejor de todo no es la frase, sino la explicación que da para salir del bache y es que, según él, hay dos tipos de montones, el montón bueno y el montón malo.
¡Cualquier junta de vecinos!.
Si hay algo que, cuando veíamos la serie, estábamos deseando que pasara eran las juntas, el «váyase señor Cuesta, váyase. Chorizo». Las peleas en las juntas, los puntos del día ridículos… de verdad que son un show.